En estas últimas semanas que he transitado en varias ocasiones el camino entre Tepic y Guadalajara, mi cerebro ha tenido el tiempo necesario para resolver el mundo cinco mil veces, adivinar mi futuro y el de todas y cada una de las personas que me rodean, contar las rayitas que pintan en medio de la carretera, sacar hipótesis y conclusiones de porque murió Juan Camilo Mouriño, memorizar los kilómetros que hay entre caseta y caseta, en fin, nunca pensé lo poderoso que puede ser el cerebro con tiempo libre, y de entre estas y otras miles de cosas que he pensado, (podrían preguntarse porque mejor no pongo música y me olvido de pensar, también lo he hecho) cierto día me dio por observar los paisajes que se atraviesan al recorrer la autopista, pude darme cuenta de que en una relativa corta distancia, la diversidad de paisajes y en especial de vegetación es extraordinaria, pasas desde los agaves azules de tequila, los enormes pinos de las zonas altas, hasta los interminables verdes de la caña de azúcar de las planicies.
Y ya entrado mentalmente en la sección de botánica de mi disco duro neuronal, me tope al escuchar la radio con que existe un DISCURSO POR LAS FLORES muy famoso, escrito por un mexicano, que aparte es mi tocayo y se llamaba CARLOS PELLICER… del cual quisiera hacer una breve semblanza…
Carlos Pellicer Cámara, era oriundo de San Juan Bautista (actual Villahermosa) capital del estado de Tabasco, nacido en el año de 1897, desde muy temprana edad descubre su vena poética y la convicción de llegar a ser alguien importante. Prestó sus servicios como director del Departamento de Bellas Artes, fue nombrado miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y condecorado con el Premio Nacional de Literatura, además fundó el Parque Museo de la Venta en Villahermosa, ya que se especializó en Museografía y acondicionó la casa de Frida Khalo en museo. Apasionado de las nuevas corrientes de pensamiento de su época hizo amistad con los grandes de aquellos años, como Diego Rivera, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, entre otros.
Como poeta, perteneció a una generación de intelectuales mexicanos que adoptaron el nombre de Los contemporáneos, los cuales aportaron, desde Latinoamérica, un estilo literario de vanguardia, hecho de muchísima importancia si se tiene en cuenta que México ha adoptado con facilidad influencias extranjeras.
En ese sentido, Pellicer no fue sólo un gran poeta, también fue un innovador, su obra literaria es muy amplia e interesante ya que a través de su poesía, Pellicer nos traslada y nos pone en contacto con la naturaleza descrita en diversos escritos como su antología Colores en el mar y Discurso por las Flores, además trasmite una gran calidad humana debido a su gran sensibilidad, y pasión por el nacionalismo obtenido de sus innumerables viajes dentro de México, en fin otro gran mexicano con un legado hecho a base de letras.
Dejando a un lado la clase de historia mi intención es como lo comente en un principio regresar a lo básico, y de eso básico que hablo es el de ver las cosas simples de alrededor, llámesele flores, música, olores, sabores (el del pozolito de doña Gabina Escolastica es delicioso), o las intangibles como las pasiones, los recuerdos, los amores, las enseñanzas, los tropezones y los triunfos, cada uno de nosotros tiene alguna liga por medio de la cual llega a sus cimientos, tal vez esta estrofa de Pellicer nos ayude a entender que en ocasiones lo grandioso puede estar en las cosas ORDINARIAS que han estado siempre en nuestro camino, pero que generalmente las vemos simples y sin trascendencia…
Ser flor es ser un poco de colores con brisa;
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.
Así que, reencontremos nuestras bases, nuestra esencia inicial, volvamos al inicio, preguntémonos los porque y los para que de lo que tenemos hoy en día, intentemos hacer lo que alguna vez pospusimos, recordemos que nos gusta y que llena de gozo, acerquémonos a la naturaleza propia de nuestro ser y como decía don Carlos Pellicer en su discurso por las flores…
Entre todas las flores, señoras y señores,
la ROSA es la más hermosa...
la ROSA es la más hermosa...
Carlos Aldaco.
NOTA 1. En esto de encontrar las cosas simples de la vida los futboleros conocemos una frase filosófica que describe perfecto el tema y dice de la siguiente manera “ EL FUTBOL ES LO MAS IMPORTANTE DE LAS COSAS MENOS IMPORTANTES”
NOTA 2 . Ultimamente mis escritos han hecho referencia en poetas mexicanos que influyeron grandemente es nuestra historia, así que ya entrados en gastos, les anexo algunos de los versos más significativos de CARLOS PELLICER.
NOTA 3 . Pellicer fue un brillante maestro de Secundaria, en donde dio cátedra por muchísimo tiempo, logrando hacer en muchos de sus alumnos, gente preparada y referente del México de mitad del siglo XX, ahora que esta tan manoseada la profesión de MAESTRO, cabe un pequeño espacio en este escrito para los profesores de corazón que día a día recorren grandes distancias para llegar a las aulas, me consta porque lo viví en mi casa, y aunque el sindicato de Doña ELBA ESTHER sea un mal necesario, también ahí habita gente valiosa.
DISCURSO POR LAS FLORES
Entre todas las flores, señoras y señores,
es el lirio morado la que mas me alucina.
Andando una mañana solo por Palestina,
algo de mi conciencia con morados colores
tomó forma de flor y careció de espinas.
El aire con un pétalo tocaba las colinas
que inaugura la piedra de los alrededores.
Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
Sueño de cada flor la mañana revisa
con los dedos mojados y los pómulos duros
de ponerse en la cara la humedad de tos muros,
El reino vegetal es un país lejano
aun cuando nosotros creámoslo a la mano.
Difícil es llegar a esbeltas latitudes;
mejor que doña Brújula, los jóvenes laúdes.
Las palabras con ritmo —camino del poema—
se adhieren a la intacta sospecha de una yema.
Algo en mi sangre viaja con voz de clorofila.
Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano.
Hace poco, en Tabasco, la gran ceiba de Atasta
me entregó cinco rumbos de su existencia. Izó
las más altas banderas que en su memoria vasta
el viento de los siglos inútilmente ajó.
Estar árbol a veces, es quedarse mirando
(sin dejar de crecer) el agua humanidad
y llenarse de pájaros para poder, cantando,
reflejar en las ondas quietud y soledad.
Ser flor es ser un poco de colores con brisa;
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
En los nidos de orquídeas la noche pone un huevo
y al otro día nace color de color nuevo.
La orquídea es una flor de origen submarino.
Una vez a unos hongos, allá por Tepoztlán,
los hallé recordando la historia y el destino
de esas flores que anidan tan distantes del mar.
Cuando el nopal florece hay un ligero aumento
de luz. Por fuerza hidráulica el nopal multiplica
su imagen. Y entre espinas con que se da tormento,
momento colibrí a la flor califica.
El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.
Antes de que nosotros "habláramos castilla"
hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida
y en sangre los altares chorreaban buena suerte.
También el calendario registra un día flor.
Día Xóchitl, Xochipilli se desnudó al amor
de las flores. Sus piernas, sus hombros, sus rodillas
tienen flores. Sus dedos en hueco, tienen flores
frescas a cada hora. En su máscara brilla
la sonrisa profunda de todos los amores.
(Por las calles aún vemos cargadas de alcatraces
a esas jóvenes indias en que Diego Rivera
halló a través de siglos los eternos enlaces
de un pueblo en pie que siembra la misma
primavera).
A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido.
Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido.
(Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda
en mi lecho de piedra de agua clara y redonda).
Si está herido de rosas un jardín, los gorriones
le romperán con vidrio sonoros corazones
de gorriones de vidrio, y el rosal más herido
deshojará una rosa allá por los rincones,
donde los nomeolvides en silencio han sufrido.
Nada nos hiere tanto como hallar una flor
sepultada en las páginas de un libro. La lectura
calla; y en nuestros ojos, lo triste del amor
humedece la flor de una antigua ternura.
(Como ustedes han visto, señoras y señores,
hay tristeza también en esto de las flores).
Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.
Estos mayos y abriles se alargan hasta octubre.
Todo el Valle de México de colores se cubre
y hay en su poesía de otoñal primavera
un largo sentimiento de esperanza que espera.
Siempre por esos días salgo al campo. (Yo siempre
salgo al campo). La lluvia y el hombre como siempre
hacen temblar el campo. Ese último jardín,
en el valle de octubre, tiene un profundo fin.
Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano.
Que la última flor de esta prosa con flores
séala un pensamiento. (De pensar lo que siento
al sentir lo que piensan las flores, los colores
de la cara poética los desvanece el viento
que oculta en jacarandas las palabras mejores).
Quiero que nadie sepa que estoy enamorado.
De esto entienden y escuchan solamente las flores.
A decir me acompañe cualquier lirio morado:
señoras y señores, aquí hemos terminado.
DISCURSO POR LAS FLORES
Entre todas las flores, señoras y señores,
es el lirio morado la que mas me alucina.
Andando una mañana solo por Palestina,
algo de mi conciencia con morados colores
tomó forma de flor y careció de espinas.
El aire con un pétalo tocaba las colinas
que inaugura la piedra de los alrededores.
Ser flor es ser un poco de colores con brisa.
Sueño de cada flor la mañana revisa
con los dedos mojados y los pómulos duros
de ponerse en la cara la humedad de tos muros,
El reino vegetal es un país lejano
aun cuando nosotros creámoslo a la mano.
Difícil es llegar a esbeltas latitudes;
mejor que doña Brújula, los jóvenes laúdes.
Las palabras con ritmo —camino del poema—
se adhieren a la intacta sospecha de una yema.
Algo en mi sangre viaja con voz de clorofila.
Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano.
Hace poco, en Tabasco, la gran ceiba de Atasta
me entregó cinco rumbos de su existencia. Izó
las más altas banderas que en su memoria vasta
el viento de los siglos inútilmente ajó.
Estar árbol a veces, es quedarse mirando
(sin dejar de crecer) el agua humanidad
y llenarse de pájaros para poder, cantando,
reflejar en las ondas quietud y soledad.
Ser flor es ser un poco de colores con brisa;
la vida de una flor cabe en una sonrisa.
Las orquídeas penumbras mueren de una mirada
mal puesta de los hombres que no saben ver nada.
En los nidos de orquídeas la noche pone un huevo
y al otro día nace color de color nuevo.
La orquídea es una flor de origen submarino.
Una vez a unos hongos, allá por Tepoztlán,
los hallé recordando la historia y el destino
de esas flores que anidan tan distantes del mar.
Cuando el nopal florece hay un ligero aumento
de luz. Por fuerza hidráulica el nopal multiplica
su imagen. Y entre espinas con que se da tormento,
momento colibrí a la flor califica.
El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.
Antes de que nosotros "habláramos castilla"
hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida
y en sangre los altares chorreaban buena suerte.
También el calendario registra un día flor.
Día Xóchitl, Xochipilli se desnudó al amor
de las flores. Sus piernas, sus hombros, sus rodillas
tienen flores. Sus dedos en hueco, tienen flores
frescas a cada hora. En su máscara brilla
la sonrisa profunda de todos los amores.
(Por las calles aún vemos cargadas de alcatraces
a esas jóvenes indias en que Diego Rivera
halló a través de siglos los eternos enlaces
de un pueblo en pie que siembra la misma
primavera).
A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido.
Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido.
(Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda
en mi lecho de piedra de agua clara y redonda).
Si está herido de rosas un jardín, los gorriones
le romperán con vidrio sonoros corazones
de gorriones de vidrio, y el rosal más herido
deshojará una rosa allá por los rincones,
donde los nomeolvides en silencio han sufrido.
Nada nos hiere tanto como hallar una flor
sepultada en las páginas de un libro. La lectura
calla; y en nuestros ojos, lo triste del amor
humedece la flor de una antigua ternura.
(Como ustedes han visto, señoras y señores,
hay tristeza también en esto de las flores).
Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo
todo se ve de frente y nada de soslayo.
Es uno tan jardín entonces que la tierra
mueve gozosamente la negrura que encierra,
y el alma vegetal que hay en la vida humana
crea el cielo y las nubes que inventan la mañana.
Estos mayos y abriles se alargan hasta octubre.
Todo el Valle de México de colores se cubre
y hay en su poesía de otoñal primavera
un largo sentimiento de esperanza que espera.
Siempre por esos días salgo al campo. (Yo siempre
salgo al campo). La lluvia y el hombre como siempre
hacen temblar el campo. Ese último jardín,
en el valle de octubre, tiene un profundo fin.
Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano.
Que la última flor de esta prosa con flores
séala un pensamiento. (De pensar lo que siento
al sentir lo que piensan las flores, los colores
de la cara poética los desvanece el viento
que oculta en jacarandas las palabras mejores).
Quiero que nadie sepa que estoy enamorado.
De esto entienden y escuchan solamente las flores.
A decir me acompañe cualquier lirio morado:
señoras y señores, aquí hemos terminado.